miércoles, 28 de septiembre de 2011

Flatulencia Periodistica

Texto de Leonardo Sai leído por Norberto Verea en el programa radial el circo miserable reproducido del viernes último en El Tropezón





Se produce flatulencia periodística cuando existe exceso de gas en los aparatos masivos de información. Es un problema de digestión semiótica, de metabolismo informativo. Distingamos los diferentes tiempos en la producción del alimento periodístico.

El primer tiempo es la construcción del bolo alimenticio-informativo. Involucra fuentes, contactos, grupos de poder, sectores, dentro del poder, que pasan datos contra quienes compiten, presionan, friccionan. La construcción de la noticia no involucra al periodismo sino al juego del poder, de los poderosos, de sus colmillos. Aquí el rol del periodista se reduce al del vampiro. Poder de extorsionador, espíritu de vieja conventillera, oportunista atento a la cadena de los intercambios: relevos, resistencias, contra-operaciones. Esto hace a la circulación de lo que se dice bajo el modo patético del secreto. El secreto no es lo que el otro sabe y no me dice. El secreto es la fantasía de poseer un secreto. El secreto es teatro. Es rumores, pasillos, viajes, ascensores, fuentes reservadas, cabarulos, operadores de prensa, masajistas, chofer del político, twitter reservado, carta anónima, mensaje con voz deformada, etc Es una industria de la traición creadora, de la sospecha productiva: una cosmética del poder. Toda esta maquinaria del engaño es pura lengua, la boca filosa de una guerra. Este bolo alimenticio se mide por la magnitud de su efecto, de su dolor, por su resonancia, espesura, densidad, por el tiempo que le lleva a la sociedad digerirlo en su estómago. El segundo es el tiempo de la diseminación virósica.

CANCIÓN. GUNS AND ROSES. GET IN THE RING

El periodismo entero es, prácticamente, este segundo tiempo: opinión, comentario, agencias, cronistas, víctimas, verdugos, cables. Al periodismo le toca la ardua y difícil tarea de rumiar al poder, de masticarlo, de comerse sus operaciones. No quiere decir que el periodista deba ser un científico. El periodista carece de músculos para el levantamiento de pesas conceptuales. No obstante, tiene la ardua tarea de ser un intestino, un intestino delgado. El estómago de una sociedad, esto es, todo aquello con lo cual se alimenta y produce exceso, fabrica un material predigerido, un bolo, y lo delega a su intestino delgado, al periodista. El periodista le da a la sociedad algo que ya tiene, nada nuevo, solo modifica la forma del bolo. Edita, recorta, grita, se indigna, clama por justicia, por re-estatización, por privatización, por más, por menos, por lo mismo, por lo nuevo. Determinar el tipo de bolo es estudiar el tipo de clientela.

CANCIÓN. TESTAMENT. PRACTICE WHAT YOU PREACH

A la mañanera radial que despunta el día con maté y galletita: el bolo moral. Magdalenas, Nelsons Castros, Negros Oros, Pepes Eliacheffs, Leucos, Santos Biasattis, Lanatas, Victor Hugos, etc. Se venden indignaciones sobre la corrupción inmanente del Gobierno, de Los Medios, genética del argentino de base, policiales varios, quejas sobre el funcionamiento de los servicios, boletín del piquete del día. Proporcionan material de sobra para putear todo el día. La jerga lo denomina “fijar la agenda” y “combatir a Magnetto”. A la tarde hay bolos para adolescentes y amas de casas desesperadas. Oscilan entre el autismo, la imbecilidad y decir guarangadas porque sí. Son el gran hermano de la política y de la conciencia social: Las Piernas de Cristina, Las Cejas de Stenssoro, La Tinellización de la sociedad, El Aborto, el Twitter de Moria, el Paco, Beatriz Sarlo, Los Travestis de Maradona. Por la noche, hay bolos espiritistas. Psicología del estilo “Te escucho”, adivinación del tipo “te leo las runas”, tiradas de cartas como amenaza “te hicieron un trabajo”, el negocio del Portuñol y el manto de Cristolandia. Antes del volver a nuestro tema, otra canción por favor.

CANCIÓN. 1999. ALMAFUERTE

Decíamos: el periodista es el intestino delgado de la sociedad. Tiene una función ácida, líquida, densa. Su función nos ayuda a digerir lo que sucede. La completa asimilación de este bolo alimenticio-informativo fortalece a la sociedad, sacia su voluntad de saber, calma su apetito de novedad. Proporciona las grasas que fortalecen el conocimiento que tiene de sí misma, de sus instituciones y representantes. Es una oxidación simbólica. El resultado se llama “memoria colectiva”. Sucede que no todo el material es digerido.

El material no digerido por la sociedad se convierte en heces. Estas heces permanecen al interior del campo social hasta que se excretan a través de su ano, también conocido como “amarillismo” “periodismo amarillo” “Chiche Gelblum”. Chiche es el nombre propio de una intensidad. Su boca es el culo por donde caga la sociedad argentina. Su programa es pura mierda. Es el signo de todo lo que resulta imposible de digerir o de simbolizar. Chiche es el ano mediático. Desde su punto de vista: una buena noticia es una buena cagada. Por eso, cuando la digestión es incompleta se producen gases. Son momentos críticos para el periodismo.

CANCIÓN. ANXIETY. RAMONES

El periodismo dispone de un acervo reducido de inmunidad frente a la incertidumbre de los juegos de poder. Se empieza a producir un blablabla interminable. Todos se pregunta lo mismo... y a la misma gente: ¿Va a ser Cristina candidata? ¿Sí o no? ¿Se va vestir de negro todo el segundo mandato? ¿Sí o no? ¿Vuelve el Cuco, el Neoliberalismo? ¿Sí o no? Empieza el crecimiento del gas. De existir infraestructura, de entubarlo, no habría necesidad alguna de importar. Crece el olor, la flatulencia periodística se disemina. Entonces, hacen la entrada los teóricos, el análisis académico, los invitados de lujo, el programón.

Si el bolo alimenticio no se puede digerir, entonces, hace falta un doctor, un diagnóstico. Aparecen los politólogos, sociólogos, filósofos, economistas. Ofician de opinólogos. Son quienes olfatean el eructo periodístico. Nuestros sabios certificados, en uso legal y legítimo de los títulos, entre flatulencias periodísticas, nos regalan alguna que otra idea... esas chispitas que acontecen en la carne; acaso, simples destellos, que nos saquen, de vez en cuando, de toda esta ¡Bip!

CANCIÓN. BLUES DEL CONSTIPADO